Todos somos soñadores sin barca
Para navegar en los sueños
Todos somos poetas
Sin papel para escribir
Todo queda en el rincón
Del ángulo oscuro como la lira de Gustavo Adolfo
Todo abre un balcón a la distancia
Ficticia de nuestros deseos
Todos nuestro amores aparecen en la mesa
Como una baraja de cartas
Dispuesta a la herida y a la pérdida
De tan efímera partida
Fluye constantemente como si se tratase
De un café turco,
El humo de los incesantes cigarrillos
Fluye en ocasiones el olor a albahaca y alhucema
Con frecuencia de acequia granadina
Fluye el alcohol de los atardeceres otoñales
Que de copa en copa persiguen la alegría
Cada atardecer aparecemos todos lenta y despaciadamente
Como si de una cita judicial se tratara
Cada uno ocupa su sitio en la mesa
Como si de una plaza en el Congreso se tratara
A partir de ese momento empieza la sesión
Que siempre acaba en la agonía nocturna
De nuestro sueños y nuestra alquimia emocional
Cuando nuestro queridísimo tabernero solemnemente
Hace sonar una botella y dice “” CHICOS NOS VAMOS¡””
Aquí terminan nuestras conclusiones de nuestro diario
Y quedaran aparcadas hasta mañana al
Atardecer.
(Curro)
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